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Y si te parece que aún no hace suficiente calor, puedes visitar la sección Zona Caliente de la excelente revista de cine Fotogramas.
No tiene desperdicio 😀
Imagen ilustrativa: Map of the Sounds of Tokyo de Isabel Coixet, donde el premiado Sergi López se las tiene con Rinko Kikuchi
Me siento impulsado a escribir algunas notas acerca de la última película de Pier Paolo Pasolini, aunque tras verla no pensaba hacerlo. Al adaptar una obra del Marqués de Sade que no conozco, me parecía impropio hablar de ella sin conocer la obra original; sin saber qué porcentaje de culos pertenecen a la mente del Marqués y cual a Pasolini. Pero tras pasarme por las críticas de los usuarios que hay en Filmaffinity, me siento algo triste.
Sobre gustos, ya se sabe… Yo respeto y comprendo que haya gente que no le guste (ésta o cualquier otra película). Lo que entristece es la ignorancia. Y cómo luego se crea un laberinto de malentendidos, equívocos y falsedades.
Falsedades como que Saló es una película porno. El que la vea con tal intención, sufrirá un terrible gatillazo, porque esto NO es porno. Francamente, hay que ser melón para considerar porno una película sólo porque salga gente desnuda o haya escenas de violaciones, abusos y sexo. (Esto no viene al caso, pero tampoco me parece porno El Imperio de los Sentidos –para mí, una de las mejores historias de amor rodadas jamás-).
Entiendo que en 1975 Saló debió provocar cierto terremoto. Pero ahora, 2009, Saló o 120 días de Sodoma no me muestra nada que yo no haya visto ya. Nada.
Por ello, a todos lo que se escandalizan y la definen como “lo más repugnante”, sólo puedo decirles: lo siento, siento que te hayas quedado atrapado en el tiempo y sigas viviendo en 1975.
Lo repugnante aquí es lo que no veis XD
No seré yo quien diga que la última película de Pasolini es una obra maestra, no me lo parece; decir que es buena, ya sería –para mí-, exagerado. Pero contiene, aparte del atrevimiento del director de realizarla (hay que tener valor para rodar una obra por la que ya sabes que te echaran tanta mierda –ehem- encima), contiene, decía, momentos bellos. Son bellos los relatos que hacen las madames en la sala de la orgía, con los jóvenes desnudos repartidos por la sala, y en unas composiciones plásticas que mis nulos conocimientos de arte me impiden relacionar con corrientes o pintores, pero es evidente que haberlos hailos. Son bellos pasajes los de la banda sonora, o son bellas -¿para qué negarlo?- algunas de las muchachas que aparecen pululando por la mansión.
Esas mismas composiciones de desnudos durante los relatos de las madames, contribuyen a la artificiosidad de la historia. Están demasiado quietos. Uno se pregunta: si la muerte es lo único que les aguarda, ¿por qué no huyen todos en desbandada? Sirva aquí las respuestas de los supervivientes de los campos de exterminio (que también eran muchos más que los guardas, y a los que también sólo esperaba la muerte y que, ante estas perspectivas, acataban borregamente su exterminio).
Si Saló es un alegato antifascista (que lo es, por la ubicación temporal) parece evidente que a Pasolini se le ha derramado el vaso. O como se dice en català “pixa fora de test” (muy apropiado a las lluvias doradas de la película). Y es que lo escatológico gana, de calle, a los momentos de denuncia fascista.
Los que van a morir, te saludan
Aunque a una obra se la valora en concreto, es innegable que algo que diferencia aquello que tiene talento de lo que no, es la repercusión posterior que provoca. Que más de un director porno, de ese subgénero que mezcla porno y nazis, ha visto Saló, es evidente. Que autores de manga como Suehiro Maruo la han visto, o han leído al mismo Marqués, también parece coherente, pues su “La sonrisa del vampiro” ofrece todo una galería de parafilias sexuales-escatológicas que harían levantar el aplauso de ese fanático de los traseros, que era Pasolini. Y seguro que hay muchos más, a los que esta provocadora obra, ha fascinado y ha repugnado. Pero yo soy demasiado ignorante para saberlo… pero a diferencia de algunos de esos “críticos” escandalizados, yo soy consciente de mi ignorancia. Y procuro remediarla.
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Britney Spears aparece desnuda en el video de su tema “Womanizer”. (No le veréis ni el ombligo). Es un estado previsible siguiendo las diversas fases de destape que ha venido produciendo en sus videos, desde que apareciera como la colegiala de gemido lascivo en su “Oops!… I did it again” (Recuérdamelo).
El mismo progreso destapador (pero mucho más fugaz) tuvieron las rusas T.a.t.u. De colegialas en el tema que les lanzó a la fama “All the things she said” (recordemos), al torso desnudo de “Beliy Plaschik” (Lena enseña teta).
Y cómo ellas, otras muchas cantantes poperas optan, para insinuar o mostrar pechuga.
T.a.t.u: bollería elaborada en Rusia
Y después de aparecer desnuda, ¿qué?
Ninguna sigue la opción que parodió Robbie Williams en su “Rock dj”, video en el que, tras desnudarse, se arrancaba también la piel y la carne, hasta quedarse en los huesos.
Desgraciadamente sólo fue una simulación, que nadie se alegre.
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Está más que claro que el objetivo de estos músicos (o de quienes los han fabricado) es vender. Y nada vende más que el sexo (o la insinuación de sexo).
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Aunque Europa sea más abierta que los Estados Unidos, o aunque las T.a.t.u añadieran el morbo sexual de su homosexualidad, aún estamos años luz por detrás de Japón.
Japón fabrica cada año centenares de “Idols”. Palabra que agrupa a la actriz-cantante-modelo-florero que durante su breve carrera, iniciada en la pre-adolescencia, saca discos, forma grupos musicales, anuncia cualquier cosa, protagoniza películas y hace decenas de miles de sesiones de fotos.
Como todo lo japonés, está perfectamente organizado en categorías en función del público al que se dirige: idols del cosplay –caracterización de personajes de manganime-, las de grupos musicales, las lolitas, las modelos de revistas, las de contenido adulto (y decenas de categorías más).
Sesión de fotos de una Idol en plena calle (observar la horda de curiosos detrás)
Hace unos días hablaba de la gente que se fotografía desnuda (Leer aquí). La gran ventaja de la “auto-sesión de fotos” es que uno es amo y señor (o ama y señora) de establecer los límites y, por tanto, único en asumir la responsabilidad de lo que enseña (o de lo que no), y a quien lo enseña.
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Hace algún tiempo (yo siempre me entero de las cosas tarde, ya sabéis) hubo una agria polémica por unas fotos de Miley Cyrus (la actriz/cantante de Hannah Montana) en la revista Vanity Fear.
Se trataba de una sesión de fotos a la actriz, que no al personaje (asúmelo: Hannah Montana es un personaje, un icono, un producto de la Disney para vender todo tipo de merchandising a dos de los sectores de público más lucrativos: los adolescentes y los pedófilos).
Como decía, la sesión de fotos era a la actriz (15 añitos tiene la criatura) e incluía un repertorio extenso de poses y desfile de ropajes. Una de las instantáneas que fueron publicadas fue esta:
Miles Cyrus (Hannah Montana) en Vanity Fear
La actriz declaró al respecto que era una fotografía “muy artística y que no tenía nada de malo”. A los responsables de la Disney parece que no les gustó lo artístico. Tras pasar por el despacho y recibir el tirón de orejas, Miley Cyrus dijo que “se avergonzaba de ello”.
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La polémica se desató: fans a favor que su “actriz favorita” haga lo que le plaza; fans en contra que la actriz “haya arruinado su carrera” (¿?); fans que se limitan a insultarla por la instantánea; antifans que la insultan en general, y –obviamente- el movimiento pedófilo (confeso o reprimido) al que ha faltado tiempo para distribuir esta foto por Internet con la etiqueta “desnudo” o bajo títulos como “la nueva lolita”
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.Miley Cyrus como Hannah Montanaile
Yo no he visto Hannah Montana en mi vida (y no tengo interés alguno); hasta hace unas horas no tenía ni idea de quien era Miley Cyrus (ni me importaba lo más mínimo); y me importa un brócoli que pose para Vanity Fear o que lo haga –como pretende Hugh Hefner- para Playboy. Como si quiere rodar una película X (en un alarde de ingenio, propongo este título: “Hannah se lo monta con Ana”).
El humilde motivo de este post es otro:
– ¡Cielos!… un poco de respeto al concepto de “lolita” y al adjetivo “desnudo”. Porque ni la actriz, ni menos aún la foto, dan para tales exclamaciones.
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Mis dos céntimos al respecto:
Es aterrador como Internet magnifica el menor de los incidentes, y cómo y a qué velocidad la gente toma partido, hasta llegar al talibanismo radical: defendido la causa (como si les afectara personalmente) o atacándola con saña (como si vieran en ello la causa de todos los males).
Internet debería favorecer la intercomunicación, pero sólo parece ofrecer trincheras desde las que defender a muerte “lo de uno” y atacar a muerte “todo lo demás”.
Estoy enamorado. Y como enamorado que estoy, prescindo de toda objetividad y razonamiento para hablar de mi amor: es un manga llamado DNA2
DNA2 , de Masakazu Katsura, está editado, en 5 tomos, por Planeta DeAgostini Comics.
Karin Aoi, la agente del futuro
Una sinopsis: En un futuro no muy lejano, la superpoblación obliga a tomar medidas drásticas. Karin Aoi, es una joven agente enviada al presente para modificar el A·D·N (en ingles: D·N·A) de un tipo que en el futuro tendrá más de cien hijos. Todo apunta que ese mega-playboy es Junta Momonari, un adolescente que cuando ve a una chica ligera de ropa se pone tan nervioso que vomita. ¿Puede ser Junta ese futuro semental? En todo caso, la agente Karin le modifica el ADN. Pero se equivoca…
Esa es la fría teoría.
La práctica es un manga fresco, divertido, y con un punto picante la mar de erótico.
El autor, con sabio talento, mezcla viñetas de absurdas e hilarantes distorsiones faciales, con otras de una elegancia intimista, capaces de mostrar no sólo los sentimientos de los personajes dibujados, sino incluso su alma.
Kotomi hundida
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Si Junta vomita cada vez que se le insinúa una chica, es previsible que se le insinúen muchas. Y aunque el vomito que le provocan no es más que una extrapolación del clásico: “chorro de sangre por la nariz”, está más cercano a la realidad. La ansiedad puede provocar tales reacciones. O las que sufre Kotomi, otra protagonista.
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Pero que nadie se engañe, DNA2 es un manga para divertir, no busquéis profundas reflexiones, es puro y llano entretenimiento. Un triangulo amoroso, mucho humor, y situaciones llenas de equívocos y levantamiento de faldas. Todo ello de la mano de un mangaka con una clara y concreta fascinación: los culos.
El culete de Ami
-Sr. Katsura, parece que le gustan los traseros, ¿no?
-Sí, es mi punto flaco…me traen buenos recuerdos.
(Entrevista al autor. Al final del tomo nº5)
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DNA2, tiene una versión en anime. Cuando escribo este post, los 12 episodios en V.O subtitulados en castellano, se pueden encontrar en YouTube.
El anime se ha retocado (y recortado) bastante. Aunque es simpático verlos (y oírlos), este es uno de esos ejemplos en que la obra original supera la adaptación. Incluso a nivel de erotismo, claro está.
Junta Momonari apunto de echar la pota
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Comentarios de lector@s