You are currently browsing the tag archive for the ‘Alejandro Dumas’ tag.
(Esto que sigue es una retrospectiva de un fan. No tiene interés, ni objetividad alguna).
.
Hace cosa de seis años (¡agh, como pasa el tiempo!) que gravé y vi una película (que ya tiene más de 10) en La 2. Se llamaba La Reina Margot (info en Filmaffinity).
La razón principal (el anzuelo) era su protagonista: Isabelle Adjani
La bella Isabelle
Una pálida (y en apariencia frágil) morena, que por aquel entonces tenía un aspecto de “eterna adolescente europea” (algo muy diferente de la “adolescente made in USA”; eso lo explicaré otro día) y que ya debe tener unos años, pues Vila-Matas en su París no se acaba nunca, ya habla de ella, y de cómo la conoce (que envidia me dio, el jodio). O quizás sea yo, el que ya tenga unos años… o Vila-Matas no sea tan viejuno como aparenta, o… da igual.
La Adjani está muy bien, pero también la trama, la intriga y los personajes: ese Carlos IX, rey de Francia, manipulado por una madre hithckoniana (esa Catalina de Medici intrigante), ese débil Enrique de Navarra (futuro Enrique IV, abuelo de Luis XIV, e iniciador de la dinastía de los Borbones en el trono francés…), y frases… sí, aún recuerdo frases que quizás no sean lapidarias pero que a mí me hacen sonreír:
Carlos IX, a su hermano, tras ser atacado por un jabalí durante una cacería: “Aún no me he muerto, aún no eres Rey”, a lo que el hermano, impasible, le contesta: “No, aún no.” 😀
.
La película se basa en una novela homónima de Alejandro Dumas (padre). La terminé de leer hará poco más de un año (aún era otoño, porque en invierno sólo leo rusos).
La película provocó reediciones, con un fotograma en la portada
Si el libro siempre es mejor que la película, y la película me encantó, el libro saltó todos los índices de interés, adicción y devoción. (Es, junto a El túnel, los dos únicos libros destacados en mi ficha/perfil de FanFiction, por algo será).
También en la novela encontré algunas frases que merecen un poco de reflexión, me remito a mi propio comentario, aquí.
.
Como una cosa lleva a la otra, hará cosa de un mes, en la biblioteca, me agaché ante el estante de Historia (hay que agacharse para ver los libros de “Historia Europa” y “Siglo XX”. Será porque el siglo XX, pese a sus incuestionables avances tecnológicos, ha sido un siglo muy arrastrado… :P), y me encontré con una Historia de Francia (Pierre Goubert; Editorial Crítica). Comentario breve del libro (que nadie se asuste) en Anubis.
Decidí leer una crónica seria (y no novelada) de esa época. Pero como soy como soy, me tuve que leer el libro entero. (Las cosas o se hacen bien, o no se hacen). He descubierto muchas cosas, muchísimas, de las que dentro de unos días ya sólo recordaré flashes, anécdotas y curiosidades (pero, ¿acaso no se compone la historia de pequeñas historias?).
.
Y es que una de las razones por las que escribo (éste y los otros blogs) es, precisamente, para no tener que recordar todo esto. Y dar un link en lugar de una opinión que el tiempo ha distorsionado.
Y ahora, ya puedo desmayarme…
.
.
En lloc de fer un Déu dels móns, que estableixi l’harmonia universal per la ponderació dels cossos celestes, hem fet un Déu a la nostra imatge, un Déu personal amb qui tothom vol passar comptes, i no dels grans cataclismes atmosfèrics, sinó de les nostres petites desgràcies particulars. Preguem Déu, aquest Déu que la nostra ment humana no pot comprendre, que les línies humanes no poden mesurar, que no es veu enlloc i que, si existeix, és tanmateix a tot arreu: preguem Déu com els antics pregaven els seus lars, una estatueta d’un pam tenien sempre a la vista i a l’abast de la mà, com l’hindú prega al seu fetitxe, com el negre prega al seu amulet. Depenent de si les coses ens van bé o malament, li preguntem: “Per què has fet això? Per què no has fet allò altre?” El nostre Déu no ens respon, és massa lluny de nosaltres, i a més no l’interessen les nostres passions insignificants. Aleshores el tractem injustament, el culpem de totes les desgràcies que ens afligeixen, com si ens les hagués enviat ell; i aleshores, a més d’infeliços, ens convertim en sacrílegs i blasfems.
Alexandre Dumas
El cavaller de Saint-Hermine
.
.
Comentarios de lector@s