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Sigamos con el teatro. Cuando una obra de teatro (o un musical, un libro, o cualquier otra cosa) tiene cierto éxito, rápidamente se hace una película. Pero ¿y al revés?
En una película de Woody, un personaje se dedicaba a “novelar” películas; es decir, adaptar una película al libro. ¿Esto existe o es un chiste del genio neoyorkino?
Quizás haya libracos hechos única y exclusivamente para subirse a la ola de una película (sabido es que las editoriales reeditan el best-seller con un fotograma de la peli en la portada para pescar lectores). Pero ¿hay una industria dedicada a “novelar películas”? Mi ignorancia es grande.
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En el caso del teatro, conozco un caso en que la obra de teatro ha sido posterior a la película (es decir, el camino contrario del que suele hacer algo exitoso). Se trata de 12 hombres sin piedad, de Reginald Rose. ¿La conocéis? En película o en teatro, es muy recomendable.
Trata de un jurado que debe deliberar sobre la culpabilidad o inocencia de un chico de un barrio marginal acusado de haber matado a su padre, que lo maltrataba. En caso de ser declararlo culpable, le espera la pena de muerte.
Los doce miembros del jurado son personas anónimas, de diferentes clases sociales, niveles culturales y, claro está, diferentes prejuicios.
Henry Fonda y 10 más (y el que hace la foto, claro :D)
La obra tiene múltiples lecturas: la justicia y el jurado popular, el concepto clave de “la duda razonable”, como la gente se deja llevar por la opinión de la mayoría, como hay gente con dotes para la manipulación de sus semejantes, la confrontación grupal, el clásico “o estás conmigo o estás en contra”, etc… Y cuantas más veces la veo, más caras al prisma le encuentro.
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Hubo una época que en televisión se hacia teatro. Estoy hablando de A.C. (Antes de comentar, es decir, de mucho antes que yo naciera). Me estoy refiriendo a “Estudio 1” (¿a alguien le suena de algo esto?).
Como el DVD es (aún) un buen negocio, RTVE ha recuperado algunas de aquellas polvorientas grabaciones teatrales para televisión y las ha editado en un pack bajo el título de “Gran teatro clásico Estudio 1”.
Incluye obras de autores como Calderón, Lope, Moliére, Shakespeare, Wilde,… y los actores son célebres actores de teatro y el cine (célebres en su época, porque la mayoría ya han traspasado y mucho me son desconocidos (a mi)). Pero como uno tiene cierta cultura ha reconocido a José Sacristán, Manuel Alexandre, Paco Rabal, Concha Velasco, Fernando Guillen, Sancho Gracia o Jesús Puente (¡con cabello!).
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La única pega es el sonido. Cuando el actor se aleja o nos da la espalda, tenemos que acercar la mano a la oreja y hacer embudo. Tampoco podemos pedirle mucho a grabaciones que, algunas, cuentan con más de cuarenta años.
Darle un ojo es un doble ejercicio. Primero, ver un clásico del teatro universal. Y segundo, (re)descubrir ese famoso fenómeno social que fue “Estudio 1”. O eso me han dicho…
Gran Teatro Clásico – Estudio 1
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Hoy ya no hay teatro en televisión. Yo sólo he visto algunas en Tv3/Canal 33, en fechas raras como nochebuenas o noches de agosto. Obras del Tricicle o con la pareja Joan Pera/ Paco Moran. Aunque, si que se han hecho colaboraciones entre conocidas compañías teatrales (La Cubana, T de Teatre, Dagoll Dagom, …) y la tele, y algunas de estos híbridos han dado lugar a populares programas como Plats Bruts, Oh! Europa, Jet Lag, Teresines S.A. La memoria dels cargols, Xoof o el mítico Tres Estrelles.
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Vivir con alguien a quien amas puede hacerte sentir más sola… ¡que vivir completamente solo!… si la persona a la que quieres no te quiere…
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Las leyes del silencio no funcionan…
Cuando algo está supurando en tu memoria o en tu imaginación, las leyes del silencio no funcionan, callarse es como cerrar con llave la puerta de una casa en llamas con la esperanza de olvidar de que está quemando. Pero no enfrentar un incendio no lo apaga. El silencio en torno de algo sólo lo magnifica. Crece y supura en el silencio, se vuelve maligno…
La gata sobre el tejado de zinc caliente
Tennessee Williams
Recordar que de esta obra, existe una maravillosa película protagonizada por Paul Newman, Elizabeth Taylor y Burl Ives. Dirigida por Richard Brooks. Info
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Antes de empezar:
- Imprescindible anotar en una cuartilla los personajes (con sus largos, complejos y múltiples nombres) y los vínculos entre sí (descritos en la primera página, la de “personajes”).
- Señalar el género del personaje (chico/chica)
A medida que leemos:
- Retocar los nombres (marcar con qué parte del nombre o diminutivo (o aumentativo) se denomina a cada personaje)
- Señalar las relaciones/sentimientos (amor / interés / desprecio…) a través de los diversos actos.
Al terminar:
- ¡Tendremos un precioso esquema de la obra! 🙂
Esquema de El jardín de los cerezos, de Chéjov
Me parece que ha transcurrido una eternidad desde que leí La gaviota (aquí), pero precisamente por el impacto que me produjo, necesitaba poner lecturas de por medio antes de abarcar la otra obra de Chéjov (El jardín de los cerezos).
Para haber sido escrita hace más de 100 años, resulta sorprendente como, uno de los hilos subterráneos, sea la especulación urbanística. Y es que hay cosas que nunca cambian.
Un par de frases lapidarias:
Si para curar una enfermedad, cualquiera que sea, se prescriben muchos remedios, esto significa que la enfermedad es incurable. (Recordad que Chéjov era médico).
(Referido a un amante) Es una piedra que llevo colgada al cuello, con esta piedra me hundo y me ahogo, pero yo quiero esta piedra y no puedo vivir sin ella.
Y mi fragmento favorito (imposible no sentirme identificado)
Epijódov: – Yo soy un hombre cultivado, leo libros magníficos, pero no llego a comprender qué camino he de seguir ni lo que realmente quiero, si continuar viviendo o pegarme un tiro, hablando en propiedad. De todos modos, siempre llevo conmigo un revólver. Miradlo...
(Muestra un revólver)
Charlotta: – He terminado. Ahora me voy. Tú, Epijódov, eres un hombre muy inteligente y muy terrible; las mujeres te deben amar locamente. ¡Brr! (Se pone en camino). Y qué tontos son todos esos inteligentes, no tengo con quién conversar. Siempre sola, sola, no tengo a nadie y… no sé quién soy ni para qué vivo…
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Creo que debería releer Las tres hermanas, que leí hace algunos meses y de la que no recuerdo especialmente nada. Quizás entonces no era el “momento”.
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Ayer por la noche, antes de acostarme, me dispuse a leer el primer acto de La gaviota, de Chéjov. No pude parar hasta terminar el tercero (tiene cuatro). Era tan tarde que hasta mi reloj se había quedado dormido. El autor señala que entre el tercer y el cuarto acto pasan dos años, así que me lo tomé como una imperiosa orden de hacer una pausa.
Esta mañana, tras un frugal desayuno, he terminado la obra.
El autor, y los actores, haciendo una lectura de la obra
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Es evidente que el teatro se escribe para ser representado. Pero a falta de tortas, toca comer pan seco (y si no hay esas representaciones, hay que conformarse con las lecturas de los textos). De todo el teatro que he leído (y no es mucho, pero sí alguno) esta obra es la primera que REALMENTE me ha dicho algo.
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Al igual que Secretos de un matrimonio, de Ingmar Bergman, es una “película” que hace que inmediatamente el resto de películas caigan un peldaño (o muchos), La gaviota ha hecho que todo el teatro que he leído hasta ahora, me parezca una simple nota a pie de página.
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Y ahora tocaría explicar por qué. Pero esto no debo ni siquiera intentarlo.
Cuando algo nos gusta, queremos que los demás lo conozcan, lo aprecien (así lo he hecho con libros, películas, cómics, etc… aún hoy lucho porque abráis los ojos a una serie como Rescue me, -sin demasiado éxito, todo hay que decirlo-), pero hay otras cosas que, celosamente, guardamos para nosotros. Quizás porque las sentimos tan próximas que un rechazo por parte de “la gente”, nos haría daño.
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¡Leed La gaviota!
¡Ved La gaviota!
Y aunque no os guste, o no le encontréis nada especial, no importa… (Cada uno tiene sus gustos). Pero yo tenía que deciros que hay mucho de mí, allí.
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Comentarios de lector@s